ZURBARÁN: SU VIDA*

 

 

                   Pilar Mogollón Cano-Cortés

Universidad de Extremadura

 

 

 

La intensa búsqueda de los documentos referentes al pintor Francisco de Zurbarán en los archivos de su pueblo natal, Fuente de Cantos, en los de Llerena, población en la que inició su vida familiar y profesional, en Sevilla, la ciudad en la que aprendió y desarrolló el pintor su actividad artística, y en Madrid, donde residía la Corte para la que trabajó y lugar donde fallecería y se enterraría, por parte de varios investigadores extremeños y foráneos a lo largo de toda la centuria, nos permiten conocer, con bastante precisión, la mayoría de los momentos más destacados en la vida del pintor. Gracias a ellos podemos acercarnos también a algunos aspectos de su personalidad, a pesar de la frialdad de los documentos y de la escasez de los testimonios de sus contemporáneos.

Cuando Bernardino de Pantorba publica, en 1946, una monografía sobre Zurbarán se ve obligado a escribir, tras lamentar el olvido de este artista junto al del valenciano José Rivera: “Hoy podemos decir, sin caer en la exageración, que la vida de Zurbarán sigue siendo una vida semiignorada y está a la espera de quien acierte a levantar, si no todo el velo que la cubre, que a tanto no podría llegarse fácilmente, sí a una parte de él”(1). Afortunadamente hoy estamos en condiciones de afirmar lo contrario gracias a los más de dos centenares de documentos localizados en torno a la vida y la obra de Francisco de Zurbarán y reunidos por primera vez en 1994 (2).

Los primeros datos sobre el pintor badajocense fueron facilitados por don Antonio Palomino a principios del siglo XVIII (3). Aunque no todos son ciertos, según han ido demostrado los documentos, fue pionero en dar a conocer el de su nacimiento, su residencia en Sevilla y la posterior presencia en la corte. Además nos comunica un hecho especialmente importante porque descubriría la valoración de sus contemporáneos respecto a la capacidad artística de Zurbarán, a él se debe la noticia, que luego sería equivocadamente desmentida por Ceán Bermúdez, de que la ciudad de Sevilla le invita a que se vaya a vivir allí: “Para honrarla con su persona, y eminente habilidad, siendo así, como lo merecía honra tanta; lo cierto es, que además de su habilidad, por su persona, trato, y buenas prendas era muy recomendable; y aun dicen, que le ofrecieron casa, y a la verdad era consecuente” (4); a estos datos hay que sumar otros referentes a los encargos y las obras.

En el año 1800 la Real Academia de San Fernando publica el Diccionario Histórico del profesor Ceán Bermúdez en el que se incluye a Francisco de Zurbarán. Pocas novedades nos dará respecto a la vida del extremeño don Agustín a no ser la localización de la partida de Bautismo. Por ella sabemos que nace en Fuente de Cantos, como Palomino ya había dicho, a finales del año de 1598, y que era hijo de Luis de Zurbarán y de Isabel Márquez. También nos habla de su matrimonio celebrado en Sevilla con Leonor de Tordera (Jordera) de la que tuvo varios hijos, según deduce de una escritura otorgada en 14 de diciembre de 1653 por la que el cabildo de la catedral concedió una casa a una hija de Zurbarán.

No todas las noticias dadas por Ceán han resultado ser ciertas, existen errores referentes a su formación, a la profesión del padre o la fecha de su muerte, repitiendo datos de Palomino. Nos dará más información sobre obras y encargos. No cree verosímil la noticia que había dado Palomino de que Zurbarán fuese requerido por el ayuntamiento sevillano, basándose en que en su búsqueda documental en Fuente de Cantos no localiza algún documento acerca de la residencia o traslado de su pueblo natal (5).

A comienzos de este siglo, publica el extremeño José Cascales una monografía sobre su paisano en la que incorpora la documentación referente a la formación artística de Zurbarán en Sevilla, con el pintor Pedro Díaz de Villanueva, durante el trienio 1916-1918 (6). A partir de este trabajo la mayor aportación a la biografía del artista se la debemos a Maria Luisa Caturla quien, incansablemente, durante años ha investigado sobre Zurbarán (7).

Francisco de Zurbarán es el quinto hijo del matrimonio entre Luis de Zurbarán e Isabel Márquez, según consta en el tercer Libro de Bautismo de la Parroquia de Nuestra Señora de la Granada de la población badajocense, emplazada en el borde de la calzada romana, la Via de la Plata, de Fuente de Cantos. Se bautizó, según el Acta, el siete de noviembre de 1598 y fueron sus padrinos el presbítero Pedro García del Corro y la partera María Domínguez. Por la documentación parroquial sabemos que el padre de Francisco de Zurbarán era tendero y en 1607 era dueño de al menos tres casas en la población, residiendo la familia en el inmueble que hacia esquina con la Plaza Mayor y la calle Martínez (8), siendo este lugar el espacio en el que Zurbarán pasó sus primeros quince años de vida.

Palomino apuntó que Zurbarán recibió su primera formación pictórica en Badajoz, de la mano de algún discípulo del también extremeño Luis de Morales (9), pero lo cierto es que de momento no se ha localizado referencia alguna. La primera noticia se retrasa a cuando Francisco acaba de cumplir los quince años y se desplaza a Sevilla para su aprendizaje.

En el Archivo Histórico Provincial de Sevilla localizó Rodríguez Marín una carta de poder fechada el 19 de diciembre de 1613 por la que el padre de Francisco de Zurbarán, Luis de Zurbarán, delegaba en el sevillano Pedro Delgueta Rebolledo para que concertara el aprendizaje de su hijo con algún maestro de Sevilla o de otro lugar: “para que en su nombre pueda poner e ponga a oficio de pintor a Francisco su hijo por el tiempo que se conviniere y concertare...” (10). Muy poco tardó Pedro Delgueta en cumplir el encargo, pues el 15 de enero de 1614 se efectúa el contrato de aprendizaje de Francisco de Zurbarán con el pintor Pedro Díaz de Villanueva. A través del mismo sabemos que Zurbarán estará en Sevilla durante tres años residiendo, como era normal, en la casa del maestro, por lo que su padre pagará 16 ducados. Se especifican algunos detalles como son los referentes a las enfermedades, las ropas y a la posibilidad de trabajar independientemente el aprendiz en festivos (11).

A comienzos de 1617, recién cumplidos los diecinueve años, Zurbarán ya había concluido su formación y regresa a Extremadura estableciéndose, no en su pueblo natal, como sería de esperar, sino en Llerena. Esta población badajocense aún gozaba de cierto prestigio, heredado de su importancia histórica durante el siglo XV al ser elegida como capital del priorato de San Marcos de León, constituyendo así la sede residencial del Prior y del Provisor, y del establecimiento en 1485 del Tribunal de la Inquisición de Extremadura; a estas circunstancias hay que añadir el de la cercanía a Fuente de Cantos.

Inmediatamente contrae matrimonio, pues el 22 de febrero de 1618 se bautiza su primera hija, María, en la parroquia de Nuestra Señora de la Granada de Llerena. Según especifica el Acta de bautismo Francisco de Zurbarán se había casado con la llerenense María Páez y residían en Llerena (12). Los documentos localizados al respecto revelan que Zurbarán elige una mujer bastante mayor que él ya que, cuando Francisco inició su formación en Sevilla, su futura esposa había cumplido ya los 24 años y recibió un legado de 500 reales “para ayuda a tomar estado” (13).

Zurbarán comienza en Llerena una importante etapa en lo referente al aspecto familiar. Aquí residirá desde el año 1617, fecha en la que contrae su primer matrimonio, hasta 1629, momento en el que aparece ya como vecino de Sevilla (14), aunque hacía algo más de tres años que su vida artística estaba ligada a la ciudad andaluza como luego tendremos ocasión de comentar.

En el transcurso de esta docena de años tenemos constancia de que Francisco de Zurbarán se casa dos veces y bautiza a los tres hijos de su primer matrimonio, María en 1618, Juan en julio de 1620 e Isabel Paula en 1623. Transcurridos dos meses del nacimiento de la última, en septiembre, fallece su esposa, enterrándose en la iglesia de Santiago, parroquia en la que habían bautizado a sus dos últimos hijos (15), por lo que deducimos que entre 1618 y 1620 cambian de domicilio al pertenecer a distintas parroquias.

En 1626 ya aparece casado en segundas nupcias con la viuda llerenense Beatriz de Morales, quien veintiún años antes había contraído matrimonio (16). Vivirán unidos durante catorce años, tres de ellos residiendo en Llerena y los restantes en Sevilla (17).

Profesionalmente esta etapa llerenense no debió de ser demasiado intensa, pues sólo nos ha llegado constancia de algunos encargos para la ciudad en la que reside, para su pueblo de origen y para algunas poblaciones de la comarca; no obstante, no se sabe mucho de estos momentos iniciales.

El primer trabajo conocido es el dibujo de una fuente que se realizaría en Sevilla. Esta obra responde al deseo del concejo llerenense de mejorar algunos espacios de la población, como era su Plaza Mayor, y de remediar la escasez de agua. La noticia referente a la intervención de Francisco de Zurbarán en la fuente es bastante compleja, aunque parece que a él se debe la realización de su traza para que se ejecutase en Sevilla, según se desprende del acuerdo municipal del 12 de octubre de 1618 (18). Esta obra, la primera contratada, la única de esta primera etapa conservada y exclusiva en la producción artística conocida del artista, aún puede ser admirada en la Plaza Mayor llerenense. Nada queda de su otra intervención en Llerena durante esta inicial etapa, se trata de un lienzo de la Virgen que le encarga el municipio para una de las puertas de entrada, la puerta de Villagarcía, por lo que recibió Zurbarán 2.628 reales en 1619 (19).

Tampoco nos han llegado los encargos realizados por su pueblo natal, unas andas, el 25 de febrero de 1622, con la imagen de María en la peana (20) y la pintura para un nuevo retablo con los Misterios del Rosario en el altar del Rosario de la parroquia (21). En otra localidad próxima, Montemolín, está trabajando en 1625, pues en el mes de mayo recibe parte del pago (22).

En los documentos localizados durante su estancia en Llerena aparece, aunque no siempre, a partir de 1619, con los apellidos Zurbarán Salazar (23) y a partir de 1622 se le denomina “maestro pintor” (24), cuando, hasta esta fecha, siempre figuraba como pintor, solamente.

En el año 1626 Zurbarán firma un documento que le abrirá profesionalmente una importante etapa y repercutirá en su vida privada. El contrato que se realiza el 17 de enero de 1626 entre Francisco de Zurbarán, “pintor de ymagineria”, y el prior de San Pablo el Real de Sevilla servirá para cambiar no sólo la trayectoria artística del pintor, sino que también afectó a su vida. En estos momentos Francisco de Zurbarán aún es vecino de Llerena pero reside en Sevilla, el centro artístico, cultural y económico más importante de la Península. El artista se compromete a realizar 21 cuadros, que serán entregados en septiembre de ese mismo año, sin apenas imposiciones. El pintor repetirá todo aquello que no guste al prior y recibirá inicialmente una módica suma con cargo al montante total que cobrará cuando el trabajo esté terminado, que tampoco era mucho (25).

Contrastando este contrato con el que realizará poco después con el Monasterio de Mercedarios Calzados, comprobamos que Zurbarán está casi regalando su trabajo pero, a cambio, logra introducirse en el amplio mercado artístico sevillano, como la mayoría de los estudiosos han concluido (26). De hecho, dos años después, en agosto de 1628, cuando recibe el encargo para el convento de la Meced Calzada de Sevilla, se especifica en el contrato que Zurbarán era vecino de Llerena pero que residía en Sevilla. Nos comunica además algunos elementos que nos indican cómo vivirá Zurbarán durante los doce meses en los que tiene que hacer los 22 cuadros. Residirá en el convento junto a todo el taller y serán los mismos monjes quienes les den de comer, pagándose sólo la labor de pintura ya que todos los gastos corren a cuenta de la comunidad (27).

Cuando Zurbarán está a punto de terminar el trabajo tiene lugar un hecho especialmente importante para su futuro artístico. El 27 de junio de 1629 el Consejo de los Veinticuatro de Sevilla llega a un acuerdo de gran trascendencia para la vida del extremeño. En la reunión del Consejo uno de sus miembros defiende que la ciudad debe procurar que Francisco de Zurbarán se quede a vivir en Sevilla, por ser beneficioso para ella, “si ya no con salario ni ayuda de costa que esto no es posible por el empeño en que están los propios, a lo menos con palabras sinificativas...”; la propuesta es aceptada y se decide pedir a Zurbarán que se venga a vivir a Sevilla, “que la sivdad tendrá cuidado de favorecerlo y ayudarlo en todas las cosas que se le ofrecieren y que desto tendrá la sivdad particular gusto acudiendo faborecerle”. El Consejo llega a este compromiso, según se deduce del propio texto, porque conoce y aprecia el trabajo del pintor (28). Zurbarán no debió de hacerse de rogar porque en un documento fechado el 26 de septiembre de ese mismo año, justo cuando debía terminar su trabajo de la Merced, aparece ya mencionado como “maestro pintor desta villa de Sevilla” (29), por lo que ya se ha establecido definitivamente en esta ciudad.

Durante tres décadas residirá Zurbarán en Sevilla, ciudad que se convertirá en el escenario de los más brillantes momentos del pintor. Nunca romperá definitivamente sus lazos con Extremadura, ya que se mantiene vinculado tanto a través de algunos encargos, como el retablo mayor de la parroquia de Llerena, el de Zafra o el ciclo pictórico para la sacristía guadalupense, como por otros negocios y vínculos familiares.

Durante este largo periodo Zurbarán tendrá altibajos en su trabajo localizándose la época de mayor actividad en la década de los treinta, en la que desarrolló un enorme esfuerzo por la gran demanda de su obra para parroquias y monasterios, a los que hay que añadir su presencia en la corte madrileña para la decoración del Palacio del Buen Retiro, introduciéndose también en el mercado americano. La actividad profesional irá acompañada de una ajetreada vida familiar ya que durante estos treinta años Francisco de Zurbarán estará de duelo por la muerte de su segunda esposa, Beatriz de Morales, el 28 de mayo de 1639, y la de su hijo Juan cuando iba a cumplir los 29 años, quien había sido su compañero de trabajo y le había dado dos nietos. También vivió momentos felices como sería el matrimonio de su hija María en la primavera de 1638, el de su hijo Juan e incluso el del propio artista, quien en los inicios del año de 1644 se casa por tercera vez con una joven viuda, Leonor de Tordera, de la que recibe una buena dote, 24.000 reales en moneda de plata y numerosas joyas (30), y con la que tendrá seis hijos.

Es posible que los beneficios obtenidos durante los años treinta y cuarenta los fuese invirtiendo en bienes inmobiliarios, pues se conocen diferentes documentos de los años cincuenta en los que se mencionan arrendamientos de viviendas, tiendas u hornos de los que Zurbarán era propietario (31).

El prestigio que alcanzaría Zurbarán ya en los años iniciales de esta treintena es absoluto según podemos constatar a través de diversas vías, probablemente la más interesante sea la más temprana. Al invitarle el Concejo a que se establezca en Sevilla se le conceden algunos privilegios, produciéndose la oposición de los pintores sevillanos, encabezados por Alonso Cano. Cano exige al Consejo que Zurbarán pase el examen para poder establecer su taller en Sevilla, por lo que la ciudad envía a Zurbarán un comunicado para que, en el plazo de tres días, cumpla el requisito. Zurbarán sólo tarda un día en remitir un escrito al Consejo, el día 24 de mayo de 1630, recordándole que había sido él quien le había invitado a establecerse e, inteligentemente, Zurbarán incluye en su escrito alguna frase en la que refleja su incomodidad, señala que no le ha sido fácil hacer el traslado, a la vez que su reconocimiento por el favor que le hacía el Consejo. Toca otro aspecto delicado al declarar que la causa de la situación se debe a la envidia de algunos pintores, pero también se reconoce por esta frase que el Concejo había hecho una excepción para tratar de atraer al extremeño a la ciudad de Sevilla. Finalmente, Zurbarán se muestra bastante astuto al plantear la supremacía del Consejo a la de cualquier otro organismo al alegar: “...siendo ansí berdad quel inyento de V.SSa en las ordenanzas fue querer que no pintaran onbres ygnorantes y teniendo yo la aprobacion de V.SSa en que me declara por onbre ynsigne y abiéndosela mostrado a los dichos alcaldes pintores no es bien que ellos quieran tener superioridad para aprobar o reprobar lo que V.SSa. haze ni se puede entender que la hordenanza se hizo para examinar a onbre aprobado por V.SSa.” (32). Indudablemente Zurbarán gozaba del favor de algún miembro importante de la sociedad sevillana para lograr lo que se le consiente porque el asunto no parece que pasara de lo expuesto. Además, el mismo día en que se expone el escrito de Cano en el Cabildo de la ciudad, Zurbarán envía una carta al Vizconde de Corzana, Asistente de Sevilla, don Diego Hurtado de Mendoza, para asegurarle que el encargo que le había hecho estaba casi terminado y que cumplirá los plazos, cerrando el escrito: “Con todo respeto, Su criado. Francisco de Zurbarán” (33). Pero es que además será al mismo Vizconde de Cortaza a quien recurre el Consejo Municipal de Sevilla muy poco después, el 8 de junio de 1630, para que encargue a Zurbarán una Inmaculada para el Ayuntamiento (34), confirmándose la ayuda prometida al pintor.

Durante el año de 1634 está residiendo en la Corte madrileña ejecutando unos lienzos destinados al Palacio del Buen Retiro, lo que supondrá que a partir de este momento figure con el reconocimiento de “pintor del rey”.

Este privilegio se incluye como causa de su elección, entre otras, para realizar el retablo de la iglesia de Nuestra Señora de la Granada de Llerena, de la que él fue parroquiano. El texto es un buen testimonio de la estima de Llerena hacia el artista; la decisión de que sea Zurbarán el pintor de los cuadros del retablo está avalada por ser “... el primero y mas ynsine en el Arte de pintar que ai en el Reino y pintor de Su Magestad” (35). Frecuentemente hará uso Zurbarán de este privilegio, añadiéndose en las firmas de algunos de sus cuadros y en algunos contratos. Cuando Zurbarán contrata con el Monasterio jerónimo de Guadalupe siete cuadros para la sacristía, en 1639, se llega a tachar “pintor de ymagineria al oleo” para poner en su lugar “pintor de su magestad el rey nuestro señor” (36).

Gracias al testimonio que hace en favor del sevillano Diego Velázquez para que obtenga el hábito de Santiago, sabemos, por su propia declaración, que en Mayo de 1658 se había trasladado a Madrid, probablemente en busca de trabajo (37) porque el mercado sevillano hacía años que no era tan activo. En su desplazamiento mantuvo inicialmente su casa sevillana en la calle Abades; en el censo de 1659 figuran su esposa, una hija, y otras dos mujeres. Pero ya no tiene aprendices en Sevilla y en el verano de ese mismo año se ha trasladado su esposa a Madrid, al aparecer ambos en un documento como residentes aquí, aunque aún están domiciliados en Sevilla (38).

Durante su breve y última etapa madrileña, que abarca desde mayo de 1658 al 27 de agosto de 1664, fecha de su muerte según se deduce por las declaraciones de su esposa (39), Francisco de Zurbarán debió de tener bastante trabajo si nos fiamos de lo que dice en una carta que escribió en los inicios del año 1662, localizada en el Archivo Diocesano de Badajoz. Por ella sabemos que Zurbarán no había podido llevar a cabo un trabajo que tenía encomendado para la capital pacense. La demora se debía, según sus propias palabras, a que Zurbarán estaba trabajando para el Rey y posponía el encargo para el siguiente año, momento en el que también haría otro compromiso que tenía con el convento de Santo Domingo de Atocha de Madrid.

La carta nos introduce un concepto que apenas antes había aparecido en la documentación, se trata de la dualidad calidad-precio, precisando el artista que lo bueno ha de ser caro. Esta idea expuesta al final de su vida contrasta con la que conocemos de los inicios de su carrera artística. Sin duda, Zurbarán supo hacer valer su trabajo con distintos recursos a lo largo de su vida. A través de la carta conocemos que el pintor había ajustado un precio que se podía mantener pero también dice: “... que ya convendremos más en subir más para hacer con anchos deseos una obra buena, que en estas obras de pintura lo bueno no ha de costar poco. Y mandándole mucha salud y amor en Cristo, le besa la mano a Vm. su criado y dueño, Francisco de Zurbarán” (40).

El día antes de su muerte Francisco de Zurbarán hizo testamento por el que establecía ser sepultado en la iglesia de los Recoletos Agustinos Descalzos de Madrid, que se le digan 200 misas y que sus dos hijas, María y Paula, ambas casadas y residentes en Sevilla, no molesten en asuntos económicos a su esposa Leonor de Tordera, a quien no puede devolver los 27.500 reales que ella le entregó en dote: “... que no ay conque poder satisfazer a la dha Doña Leonor de tordera mi mujer su Dote mas que tan solamente las Deudas que llevo declaradas y muy pocos bienes que tenemos” (41).

Antes de cumplir los 66 años fallece el pintor extremeño amigo y compañero de los grandes artistas del Siglo de Oro español, Velázquez, Alonso Cano y Murillo. Había trabajado intensamente para conventos y parroquias andaluzas, extremeñas y castellanas, así como para la Corte, y había tenido una rica vida familiar, con tres esposas y con al menos nueve hijos de los que sólo logran sobrevivir al padre las dos hijas del primer matrimonio. No parece que le fueran demasiado bien los asuntos económicos, a juzgar por las palabras que el mismo Zurbarán expresa el día antes de su muerte, pero nunca le faltó el reconocimiento y la admiración de sus contemporáneos.

 

 

NOTAS

 

* Publicado en LORENZANA DE LA PUENTE, F. (Coord.) Francisco de Zurbarán (1598-1998). Su vida, su obra, su tierra, Badajoz, 1998.

1. PANTORBA, Bernardino de, Francisco de Zurbarán. Barcelona,1953 (2ª ed.), p. 11 (1ª ed. Barcelona, 1946).

2. CATURLA, M. Luisa, con traduction, adaptation et appareil critique par Odile DELENDA, Francisco de Zurbarán. París, Wildenstein Institute, 1994, pp.287-362. (CATURLA-DELENDA).

3. PALOMINO Y VELASCO, Antonio, El Museo Pictórico y Escala óptica, 3 vol. Madrid, 1724. (reed. Madrid, Aguilar, 1947 y 1988).

4. Íbidem, p. 198.

5. CEAN BERMUDEZ, Juan Agustín, Diccionario histórico de los más ilustres profesores de las Bellas Artes en España, t. VI. Madrid, 1800, pp. 44-52.

6. CASCALES Y MUÑOZ, José, Francisco de Zurbarán: su época, su vida y sus obras. Madrid, 1911.

7. Desde el año 1945 la profesora María Luisa Caturla fue publicando diversos artículos que nos desvelaban progresivamente nuevos datos sobre el artista extremeño. La información se recoge en el catálogo de la exposición sobre Zurbarán que se celebra en Granada en 1953 (“Introducción”. Exposición Zurbarán, Madrid, 1953. Reed. en Zurbarán, Estudio y Catálogo de la Exposición celebrada en Granada en junio de 1953. Madrid, 1953). Desde noviembre de 1964 hasta febrero del siguiente año tiene lugar una nueva exposición sobre Zurbarán al conmemorarse el III centenario de su muerte. En el catálogo interviene la profesora aportando nuevos datos, especialmente el de su muerte: “Vida y evolución artística de Zurbarán”, en SANZ PASTOR, C. (Ed.) Catálogo de la Exposición Zurbarán en el III centenario de su muerte. Madrid, 1964. Sus publicaciones sobre Zurbarán continuarán en diversos artículos hasta el año 1979.

8. MANZANO GARIAS, A. “Aportación a la biografía de Zurbarán”. Revista de Estudios Extremeños, III-2, III-IV, 1947, pp. 370-371 y en CATURLA-DELENDA, Op. cit. documento 17 .

9. PALOMINO Y VELASCO, Antonio, Op. cit. p. 198.

10. CASCALES Y MUÑOZ, José, Op. cit. pp. 197-199 y publicado en CATURLA-DELENDA, Op. cit. documento 20.

11. Íbidem, pp. 199-201 y CATURLA-DELENDA, Op. cit. documento 21.

12. CATURLA, M. Luisa, “Zurbarán en Llerena”. Archivo Español de Arte, XX, 1947 (pp. 265-284). Publicado en CATURLA-DELENDA, Op. cit. documento 23.

13. CATURLA-DELENDA, Op. cit. documento 19.

14. LÓPEZ MARTÍNEZ, Celestino, Retablos y pinturas de traza sev.illana. Sevilla, 1928, pp. 6-8, y en CATURLA-DELENDA, Op. cit. documento 58.

15. Las actas bautismales fueron descubiertas por A. Gazul y se las facilitó a Caturla, quien las dio a conocer en “Zurbarán en Llerena...”, y publicadas en CATURLA-DELENDA, Op. cit. documentos 23, 31 y 37. El dato de la defunción ha sido localizado por Luis GARRAÍN VILLA y publicado en CATURLA-DELENDA, Op. cit. documento 38.

16. En un documento de 1626 se menciona a Francisco de Zurbarán y a Beatriz de Morales como esposos; el dato es recogido por CASTÓN, Fernando, “Zurbarán y la casa de los Morales-Llerena”. Revista de Estudios Extremeños, III-2, III-IV,1947, pp. 438-439 (CATURLA-DELENDA, Op. cit. documento 47). El Acta del Matrimonio entre Beatriz de Morales y Francisco de Benavente el 19 de abril de 1605 se publica en CATURLA-DELENDA, Op. cit. documento 14.

17. BATICLE, Jeannine, “Zurbarán: Panorama de su vida y de su obra”, en PÉREZ SÁNCHEZ, A.E. (Dr.) Zurbarán. Madrid, Cat. Exp. Museo del Prado, 1988, p.87. Baticle supone a partir del expediente de su tercer matrimonio que Francisco de Zurbarán y Beatriz de Morales se casaron en 1625 y que sólo tuvieron una hija, Jerónima, que murió de corta edad.

18. Esta noticia es recogida en CATURLA, M. Luisa, “Zurbarán en Llerena...”, p. 281 y en PEÑA GÓMEZ, Pilar, Arquitectura y urbanismo de Llerena. Cáceres, 1991, p. 419, y transcrita en CATURLA-DELENDA, Op. cit. documento 24.

19. PEÑA GÓMEZ, Pilar, Op. cit. p. 404.

20. MANZANO GARIAS, Antonio, “Aportación a la biografía de Zurbarán.…”, pp. 373-374; transcrito en  CATURLA-DELENDA, Op. cit. documento 34.

21. Ibidem, pp. 374-375, y CATURLA-DELENDA, Op. cit. documento 35.

22. MOTA ARÉVALO, Horacio, “Interesantes documentos sobre Zurbarán”. Revista de Estudios Extremeños, XVII-2, II-III, 1961 (pp. 257-269) y en CATURLA-DELENDA, Op. cit. documento 43.

23. Archivo Municipal de Llerena, t. 55, prot. 1619, f. 916. Documento descubierto por CARRASCO GARCÍA, Antonio y GARRAÍN VILLA, Luis y publicado en CATURLA-DELENDA, Op. cit. documento 25.

24. Íbidem, documento 34.

25. Por 21 cuadros cobrará 4.000 reales y los acabará en 8 meses; cuando se realiza el contrato sólo se le pagan 8 reales. Documento recogido por HERNÁNDEZ DÍAZ, José, Documentos para la Historia del Arte en Andalucía, t. II. Sevilla, 1928, p. 182, y publicado en CATURLA-DELENDA, Op. cit. documento 48.

26. BROWN, Jonathan, “Mecenazgo y piedad: El arte religioso de Zurbarán”, en PÉREZ SÁNCHEZ, A.E. (Dr.) Zurbarán..., p.16.

27. Se le encargan 22 cuadros que realizará durante 12 meses y por los que recibirá 16.500 reales en tres pagos, documento localizado por LÓPEZ MARTÍNEZ, Celestino, Desde Martínez Montañés hasta Pedro Roldán. Sevilla, 1932, p. 221, y publicado en CATURLA-DELENDA, Op. cit. documento 55.

28. CATURLA-DELENDA, Op. cit. documento 56.

29. Recogido por LÓPEZ MARTÍNEZ, Celestino, Op. cit. pp.6-8, y CATURLA-DELENDA, Op. cit. documento 58.

30. Todos estos datos corresponden a los documentos recogidos en CATURLA-DELENDA, Op. cit. documentos 66, 155, 85, 129 y 126.

31. KINKEAD, Duncan T. “The Last Sevilian Period of Francisco de Zurbaran”. The Art Bulletin, LXV, 1983 (pp. 305-311), y recogidos los documentos en CATURLA-DELENDA, Op. cit. documentos 132, 135,164, 167, 168, 169, 170, 171 y 180.

32. GESTOSO Y PÉREZ , Jose, Ensayo de un diccionario de los artífices que florecieron en esta ciudad de Sevilla desde el siglo XIII hasta el XVIII inclusive, t. II. Sevilla, 1900, pp. 125-126, y recogido el documento en CATURLA-DELENDA, Op. cit. documento 61.

33. RODRÍGUEZ DE RIVAS, Mariano, “Autógrafos de artistas españoles”. Revista Española de Arte, 1932, p. 232, y CATURLA-DELENDA, Op. cit. documento 62.

34. GUINARD, Paul, “Los conjuntos dispersos o desaparecidos de Zurbarán: anotaciones a Ceán Bermúdez”. Archivo Español de Arte, XXII, 1949, p. 9.

35. CATURLA, M. Luisa, Zurbarán, estudio y catálogo de la Exposición celebrada en Granada..., p. 38, y CATURLA-DELENDA, Op. cit. documento 72.

36. CHERRY, Peter, “The Contract for Francisco de Zurbarán’s Painting of Hieronymite Monks for the Sacristy of the Monastery of Guadalupe”. The Burlington Magazine, CXXVII, 1985, pp. 378-379, y CATURLA-DELENDA, Op. cit. documento 93.

37. Jeannine BATICLE (“Zurbarán: Panorama de su vida y de su obra...”, p. 103) apunta esta posibilidad, mientras que Caturla señala que la presencia del extremeño en Madrid puede deberse a que está preparando los trámites para ir a América, a cobrar las sumas que se le debían: CATURLA-DELENDA, Op. cit. p. 218.

38. CATURLA-DELENDA, Op. cit. documentos 183,184 y 185. 

39. CATURLA, M. Luisa, Fin y muerte de Francisco de Zurbarán. Documentos recogidos y comentados por María Luisa Caturla. Ofrecidos en la Conmemoración del III centenario. Madrid, Dirección General de Bellas Artes, Ministerio de Educación y Ciencia, 1964, pp.15-16.

40. CASCALES Y MUÑOZ, José, “Francisco de Zurbarán y la exposición de sus cuadros”. España Moderna. Madrid, 1905, pp. 20-21.

41. CATURLA, M. Luisa, Fin y muerte de Francisco de Zurbarán..., p.8.