Badajoz

Marcha militar 

Julián Palanca

 

Badajoz, capital de Extremadura en 1808, sede de la Intendencia y del real Ejército, fue una de las ciudades más castigadas durante la Guerra de la Independencia. El motín de Aranjuez, el 19 de marzo de 1808, supuso la caída de Manuel de Godoy, valido de Carlos IV, hijo de Badajoz y su principal benefactor. Los sucesos del 2 de mayo encresparon hasta el límite los ánimos de la población, que dio muerte el día de San Fernando al capitán general conde de la Torre del Fresno por no celebrar la onomástica del rey. Se constituye poco después en la ciudad la Junta de Extremadura para el gobierno y defensa de la provincia. Cuatro asedios llegó a padecer Badajoz durante la guerra. El primero, el 11 de febrero de 1809, fracasó al poco de empezar. El segundo concluyó con su ocupación por los franceses el 11 de marzo de 1811, haciendo inútil la valerosa defensa organizada por el gobernador militar Rafael Menacho, quien murió en el empeño. El 8 de mayo comenzaron las operaciones del asedio británico, pero al socorro de los defensores imperiales acudiría desde Andalucía el mariscal Soult con un ejército de 25.000 hombres. Ambos contendientes libraron la batalla de La Albuera, a cuatro leguas de la ciudad, el 16 de mayo de 1811. Las fuerzas anglo-luso-hispanas estaban comandadas por sir William Beresford y los generales españoles Blake y Castaños, contando con 31.000 efectivos. El resultado de la batalla, aparte las 6.000 bajas por cada bando, no satisfizo a ninguno de ellos, pues aunque los franceses hubieron de retirarse, los aliados no lograron finalmente entrar en Badajoz.

Sí lo hizo a sangre y fuego el ejército anglo-portugués al mando de Sir Arthur Wellesley, Duque de Wellington, un año después, en la noche del 6 al 7 de abril de 1812, y tras un mes de asedio. No puede decirse que la población pudiera entonces respirar aliviada por su liberación, puesto que los británicos la sometieron, como ya hicieran antes sus oponentes, a un intenso pillaje. Entre unos y otros, la ciudad había quedado completamente arrasada. En cualquier caso, el resultado de la Batalla de Badajoz se considera el principio del fin del dominio francés en España.

El saguntino Julián Palanca Masiá fue músico mayor de la Banda del Regimiento Badajoz, que él mismo fundó en 1921, y para quien compuso esta marcha militar. El regimiento se hallaba entonces ubicado en el cuartel del Buen Suceso de Barcelona, pero su origen lo hallamos en 1643, en plena guerra con Portugal, con la denominación de Tercio Viejo de Extremadura, pasando a llamarse Regimiento de Badajoz en 1707, cuando se estaba de nuevo en guerra con nuestros vecinos. Extinguido en 1732, fue reconstituido por voluntad de la Junta de Extremadura en 1809 para luchar, esta vez, contra los franceses, destacando su intervención en la batalla de Talavera librada ese mismo año, donde fue galardonado por su valor. De nuevo disuelto en 1815, reaparece en Barcelona en 1920 y perdura, con ciertos altibajos, hasta 1985. Palanca era igualmente profesor de Armonía en la Escola Municipal de Música de la ciudad condal, y había desempeñado entre l908 y 1914 la dirección de la Banda Primitiva de Llíria, fundada en 1819, una de las más antiguas de España. Entre sus composiciones destacan también el pasodoble de concierto Goya y distintas marchas de procesión y marchas fúnebres.