Historia

BREVE HISTORIA DE LA BANDA DE MÚSICA DE FUENTE DE CANTOS

La primera noticia documentada sobre la existencia de una banda de música en Fuente de Cantos se remonta a 1878. En este año la población sumaba 7.000 habitantes, el doble de los que tenía cuando comenzó el siglo XIX, que se distribuía a lo largo de 77 calles y plazas. Era un año de cierta euforia, en la que se construye un nuevo cementerio, se instala una oficina de telégrafos, se proyectan nuevas escuelas públicas de enseñanza elemental y superior, y se proyecta también la construcción de unas nuevas casas consistoriales que pudieran dar capacidad a unas tareas administrativas y judiciales que iban en aumento; de hecho, la población era cabeza de un partido judicial formado por diez localidades y ejercía de cabecera de comarca a través de diversos servicios: juzgado de instrucción, cárcel, notaría, registro de la propiedad, etc. No obstante, el estado de la hacienda municipal era calamitoso y las desigualdades sociales más que notorias. Los procesos desamortizadores habían privado a la población, dedicada mayoritariamente a la agricultura y la ganadería, de las tierras comunes que aprovechaban las familias sin propiedades, y había promovido el ascenso social y político de la burguesía agraria: unos 50 propietarios, que controlaban habitualmente el ayuntamiento, disponían entonces de las tres cuartas partes de las tierras; unos 3.000 vecinos trabajaban precariamente como jornaleros, y se censan hasta 500 familias pobres en los listados de beneficencia. Fuente de Cantos fue, por ello, una de las poblaciones social y políticamente más conflictivas de Extremadura hasta 1936, y núcleo pionero en el asociacionismo obrero, el sindicalismo y la expansión de las ideas y grupos socialistas y libertarios.

En este ambiente social y político, siendo alcalde D. Rufino Murillo, el 6 de enero de aquel año de 1878 se recibe una instancia de Joaquín Ortiz Abadín solicitando al municipio que “adelante la cantidad de 2.320 reales con destino a la adquisición de unos cuantos instrumentos de metal que necesitan los músicos para sostener la pequeña orquesta de aficionados que se reúne en el pueblo, a condición de reintegro con el producto de las gratificaciones que reciba”. Estamos en una época propicia para las bandas de música, que utilizan los regidores de las ciudades y pueblos para amenizar las fiestas, dar brillantez a los oficios religiosos, hacer más llevaderas las largas noches de verano y, muy importante, posibilitar una actividad formativa, a través de la música, a los jóvenes, pero sólo al género masculino, puesto que las mujeres estuvieron apartadas de las bandas hasta el último tramo del siglo XX. Con este espíritu y aquellos objetivos nació en 1851 la primera banda de Extremadura, la Sociedad Filarmónica de Olivenza, y en las décadas siguientes todas las poblaciones de cierto relieve irían organizando sus propias bandas.

No es de extrañar, pues, que la instancia de Ortiz sea bien recibida, y que incluso queden superadas las expectativas depositadas por los interesados: se acuerda por unanimidad que se conceda el dinero solicitado, sin necesidad de devolución, con la condición de que la propiedad de los instrumentos será del ayuntamiento, quien podrá cederlos a otros músicos si la orquesta se disolviera. El acuerdo se toma con el objetivo de que la localidad “se coloque al nivel de las de su clase”. De acuerdo con estas noticias, Ortiz sería el director de una orquesta, esto es, una agrupación musical compuesta por un número reducido de músicos que intervenían, sobre todo, en los actos festivos. El ayuntamiento daba así un primer paso para la creación de una agrupación musical vinculada al municipio, si bien aún no se va a comprometer a sufragar todos los gastos, puesto que el mismo acuerdo establece que Ortiz se obligaba al sostenimiento de la orquesta “con el carácter de director de ella que hoy representa”. Un director, sin embargo, sin titulación profesional y con más buena voluntad que conocimientos en la materia.

De hecho, justamente un año después, el ayuntamiento acepta gratificar a un director de orquesta, cuyo nombre no conocemos, que, presentado por el propio Ortiz, se había ofrecido a enseñar a los músicos de la orquesta y a quien estuviese interesado mientras permaneciese en Fuente de Cantos. La gratificación será de 4 reales diarios. Los regidores del municipio, de esta forma, por vez primera abonan una especie de nómina a quien da todos los visos de ser un profesional de la música, y lo hace “animado del buen deseo que tiene y ha demostrado siempre por el adelanto de dichos aficionados para estimularlos más y más hasta conseguir, si es posible, su perfeccionamiento en el arte”. En años sucesivos, el consistorio continuará colaborando con la orquesta adquiriendo los materiales necesarios y reponiendo los que se iban deteriorando: en 1884 es el concejal D. Francisco Baños quien, aprovechando un viaje a Badajoz, se compromete a comprar varios instrumentos, a los que se suma dos años después “la adquisición de un instrumento titulado el bombardino, pues el que existe se encuentra bastante deteriorado e imposible de arreglarse”. Éste es solicitado por un vecino llamado Nemesio Herrera, por lo que intuimos que la representación de la orquesta, antes en cabeza de Joaquín Ortiz, había sufrido un primer relevo. Una orquesta que aún no tiene el carácter de municipal, pues el ayuntamiento no dispone de partida presupuestaria alguna destinada a ella, girándose todos los gastos que se iban generando al capítulo de imprevistos.

La documentación histórica que conserva el Archivo Municipal de Fuente de Cantos no es abundante y está plagada de lagunas, por lo que no podemos hacer un seguimiento minucioso de esta orquesta. Sabemos, sin embargo, manejando otras fuentes, que a principios del siglo XX la orquesta pasa ya a denominarse banda y se hallaba capacitada para actuar en otras localidades; así, en 1903 y en 1907 fue contratada por el ayuntamiento de Monesterio para actuar en la feria de esta población; en la primera de esas fechas se cita como director de la agrupación a Salvador Aparicio.

Todos aquellos que tienen algún tipo de experiencia o conocimiento sobre cómo funciona una banda de música saben perfectamente las enormes dificultades y penalidades que conlleva su formación y la extrema facilidad con la que se puede disolver una agrupación de estas características. Los vaivenes emocionales y vitales de unos músicos jóvenes, que a veces pierden o se ven obligados a abandonar la afición por la música precisamente cuando van alcanzando su maduración artística, la necesidad de compaginarla con los estudios y el trabajo, sobre todo este último en épocas pretéritas, los problemas de convivencia, los siempre precarios recursos económicos, los conflictos con la autoridad local y otra serie de factores hacen que cualquier banda de música cuente con uno o varios episodios de disolución y refundación a lo largo de su historia. No hubo de ser ajena a todo esto que decimos la banda de Fuente de Cantos, pues la siguiente noticia documental que disponemos de ella nos sitúa ya en 1918; para entonces se habla con toda claridad del surgimiento de una nueva agrupación denominada “Banda Municipal de música, dotada de instrumentos y material suficiente para su organización y uniformada”. No sabemos si la anterior banda había desaparecido o es que nunca alcanzó plenamente el carácter de banda municipal, como la que ahora se constituye. El objetivo declarado era “la obtención de una Banda Municipal que corresponda a la categoría de la población para solaz y recreo de su vecindario, para lo que no ha omitido ni omitirá en lo sucesivo los sacrificios necesarios”.

Conocemos bien la banda formada en 1918 porque se ha conservado su reglamento de régimen interior, que fue aprobado por el pleno del ayuntamiento el 18 de abril de 1920, siendo alcalde D. Francisco Domínguez Cruz. Su director era D. Leandro Castaño y el grupo se componía de un máximo de 30 miembros, divididos en distintas categorías: músicos de primera, de segunda, de tercera y educandos. Inicialmente, esta banda contó con cuatro músicos de primera, nueve de segunda y seis de tercera, así como diez educandos y otros cuatro que forman una curiosa categoría: “músicos que ejecutan y no cobran”, quizá debido a una sanción disciplinaria, pues disciplina era precisamente un capítulo bien destacado en el reglamento. Pero ¿cobraban los demás? Efectivamente, cobraban. No se trata de una banda profesional, pero recibían una gratificación del ayuntamiento coincidiendo con la feria de agosto; no se explica el montante de dicha partida pero se aclara que se dividiría en treinta partes iguales y se distribuiría entre todos los músicos una vez practicado un descuento del 6% en los de primera, 7% en los de segunda y 8% en los de tercera; los descuentos, así como la parte correspondiente a las plazas no cubiertas, se destinarían a la adquisición de uniformes y otros materiales, y si alcanzaba este sobrante una cantidad apreciable se volvía a distribuir entre los músicos de la forma antes mencionada. El sueldo del director y los gastos que generaba la compra de los instrumentos habrían de ser sufragados por el municipio.

“La música tocará a partir de la noche de San Juan todos los jueves, domingos y días festivos desde las seis de la tarde hasta la nueve de la noche en los días de feria, y en los demás días desde las ocho de la noche hasta las once, en los sitios que previamente designe el Ayuntamiento”. Este era el compromiso que asumía la banda a cambio de la gratificación: tocar para el público en las tardes y noches de verano. También se repartían las cantidades que cobrara la banda en actos solicitados por particulares, empresas o cofradías, siempre después de celebrar un contrato entre aquellos y el ayuntamiento: 75 pesetas en la localidad y un mínimo de 100 fuera de ella, más los gastos de desplazamiento y manutención de los músicos; si la banda era contratada por un teatro o circo, se cobraba el pasodoble a 15 pesetas, y si además intervenía en la función se añadían otras 25.

Un concejal delegado se ocupaba de todos los pormenores de la banda: decidía día, lugar y hora de las actuaciones, la acompañaba en sus desplazamientos, efectuaba las contrataciones y aplicaba las sanciones disciplinarias una vez oído el director, quien era, en primera instancia, en encargado de solucionar las faltas habituales, es decir, las “discordias, enemistades y rencillas propias de los jóvenes de corta edad y de la diversidad de caracteres”. Si éstas se convertían en reiteradas, los músicos habrían de sacrificar el 25% de su gratificación, mientras que los educandos eran castigados con el doble de horas de estudio y la asistencia a clase en días festivos. Como último recurso, los más pertinaces podían ser apartados definitivamente de la banda.

Los años veinte contemplan, pues, el desarrollo de una banda municipal creada para el disfrute de una población cuyo volumen de efectivos se aproximaba ya a los once mil habitantes, veía su callejero crecido con nuevas arterias distribuidas por la zona del Calvario y Cuatro Caminos, se generalizaba el suministro eléctrico, viene el teléfono, sus calles se estaban pavimentando y equipando de alcantarillado, las condiciones higiénicas habían mejorado y, en general, las dotaciones públicas estaban creciendo. Los recursos económicos seguían obteniéndose de la explotación del campo, donde seguían manifestándose e incluso incrementándose las desigualdades sociales, y se advertía un cierto despegue del sector industrial, ligado a la producción de alimentos y bebidas. Era la banda, sin embargo, la que no terminaba de despegar. Mal debían andar las cosas cuando se pretendía contratar para la feria de agosto de 1925 a la Banda Municipal de Cortegana. Al año siguiente, el director de la fuentecanteña solicitaba el cese y era preciso volver a contratar bandas de otras localidades para la Semana Santa y las fiestas de la Hermosa. En 1930 dimitía de nuevo el director, alegando enfermedad y cambio de domicilio a otra población, quedando definitivamente disuelta la banda en el mes de abril por un acto de desacato al alcalde, Valentín Calvo Rastrojo.

El nuevo ayuntamiento republicano, sin embargo, considerará asunto prioritario la reorganización de la banda; de hecho, el acuerdo de recuperarla figura entre las primeras decisiones tomadas el mismo día en que se constituyó la corporación, el 16 de abril de 1931, bajo la presidencia del alcalde José Pérez Báez. El nuevo director de la agrupación musical será Narciso Guareño Manzano, hermano del concejal síndico del ayuntamiento, Juan. La banda tendrá que adaptarse a unas nuevas circunstancias en las que, a la par que un dinamismo social sin precedentes, eran frecuentes los actos institucionales y políticos que requerían su presencia, interpretando en ellos, entre otras piezas, La Internacional.

En 1933 la banda cuenta con un nuevo reglamento, en el cual se la considera “un elemento de cultura, para amenizar las fiestas oficiales y elevar el concepto moral de la población”. En relación al reglamento de 1920, éste que ahora analizamos introduce algunos elementos novedosos. Así, la banda queda integrada en una Academia de Música, dotada de un local propio debidamente acondicionado según el compromiso adquirido por la autoridad municipal, donde las clases serían diarias exceptuando los festivos. Se insiste en las cualidades formativas que la actividad tiene para los jóvenes, se alienta el esfuerzo y se prevén premios para quienes más se distingan.

El personal de la banda estaba entonces compuesto por el director, que recibe la denominación de “músico mayor”, corriendo su sueldo a cargo del ayuntamiento; los músicos, que serán gratificados a cambio de su trabajo (nada se dice sobre el montante de las retribuciones ni sobre el programa de conciertos, si bien se aduce que se llevarán a cabo los domingos y “los demás días que se disponga”) y los educandos. El listado que completa este reglamento contiene también los nombres de esta renovada banda, en la que sólo figura uno de los componentes de la de 1920: José Paniagua. Al igual que la República no acabó con las clases sociales, tampoco este reglamento acaba con las clases de músicos, en concreto se parte con tres de primera clase, ocho de segunda y otros ocho de tercera, dos educandos con gratificación y ocho más sin ella. Cinco categorías, pues, componían el currículo de la banda; se podía ingresar a partir de los 12 años (sin exceder de los 16) y los ascensos se decidían una vez evaluadas por un tribunal la aptitud y la buena conducta, que eran prioritarias a la antigüedad. Las plazas de conserje de la academia se cubrían con los músicos de tercera, los cuales se hacían cargo del cuidado del local y se ocupaban de llevar (y luego recoger) a los lugares donde se actuaba los atriles, los faroles y las partituras.

En cuanto a la distribución por cuerdas, en 1933 existían tres clarinetes, tres trombones, dos saxofones, dos trompas, dos fliscornos, una trompeta, un requinto, un bombardino, una tuba, una caja, un bombo y unos platillos, quedando vacante una plaza para ser cubierta por un fliscorno o un bombardino primero. Ensayaban por la noche, a fin de que pudieran conciliar el trabajo con la música, y cada falta de asistencia a los ensayos o a las actuaciones (que era obligatoria) había de ser justificada con un documento médico. Era indispensable el aseo, puesto que, según se dice en el reglamento, “la falta de recursos no es incompatible con la limpieza que dignifica al hombre”. Por supuesto, el comportamiento de los músicos en público debía ser escrupuloso: “serán siempre circunspectos y atentos con todos; y cuando vayan de uniforme le darán el decoro correspondiente, no incurriendo en las faltas de jugar y correr por las calles, pronunciar palabras mal sonantes ni penetrar en parajes que lastimen su buen concepto”.

La banda estaba estrechamente intervenida por el ayuntamiento a través de un concejal que hacía las veces de inspector, y que teóricamente tenía que controlar el más mínimo movimiento tanto en la academia como en la banda, comenzando por revisar las faltas de asistencia, autorizar los permisos, aprobar los programas de los conciertos y aplicar un amplio catálogo de medidas disciplinarias tanto a los músicos negligentes como a los poco competentes en su función. Los músicos debían tratar con un respeto espartano tanto al director como a las autoridades, en la academia, por supuesto, pero también en la calle: “saludarán, vayan o no de uniforme, a todos los Señores Concejales, como protectores que son de la Academia, a las autoridades todas, dando con esta muestra de respeto, la prueba de la buena crianza que debe tener todo artista”. Cortesía, disciplina, pero también ciertas dosis de paternalismo (se aconsejaba, por ejemplo, al músico mayor tratar a los educandos “con amabilidad y dulzura, estimulándolos al estudio, procurando tener siempre un personal dispuesto y bien instruido”) eran, siguiendo los parámetros pedagógicos de la época, los ingredientes para lograr una banda competitiva y, lo que quizá era más importante, hombres bien educados.

Narciso Guareño, perteneciente a una familia apodada “los Vitorinos”, simpatizante de los grupos de izquierda y, como no podía ser de otra forma, comprometido con el ayuntamiento republicano, sufrirá las represalias del nuevo régimen franquista instaurado en 1936, que le obligará a abandonar Fuente de Cantos y establecerse en Sevilla, donde continuará desarrollando su vocación musical. La dirección de la banda es otorgada al sochantre y organista de la parroquia, Francisco Perera Salguero, hombre muy afín a los nuevos gobernantes, que había padecido en sus propias carnes los sucesos revolucionarios de julio y agosto de 1936, al ser apresado junto a otras 52 personas que se habían significado por sus simpatías con la derecha. Posteriormente formó parte de las columnas de falangistas organizadas por el capitán Navarrete para la ocupación de las poblaciones vecinas.

La banda de la posguerra continuó, dentro de las memadas posibilidades que ofrecía una población empobrecida y marcada por las secuelas del conflicto civil, alegrando las festividades de los fuentecanteños y educando a los jóvenes con afición a la música. Los años cincuenta, sin embargo, se ocuparán de traer otras distracciones, otros valores entre los jóvenes, otras formaciones musicales que sustituyen a la banda en los pasacalles, bailes y guateques. La falta de recursos del ayuntamiento y de las cofradías poco podían hacer por solucionar los problemas económicos de una banda que necesitaba renovar el instrumental y seguir gratificando a unos músicos que, de todas formas, serán pasto, como tantos otros, de la corriente migratoria que ya se anuncia. La banda, como sucedió con otras muchas de la provincia, desaparece en los albores del desarrollismo. Estamos en 1960 y esta vez su recuperación se va a prolongar más de tres décadas.

Siendo alcalde José Antonio Estrada, a la altura de 1988, se creó la actual Escuela Municipal Música, cuyos primeros profesores fueron Juan Antonio Gordillo y José Miguel Serrano, quienes se ocupaban de impartir clases de piano y guitarra; a partir de 1992 se introducen los instrumentos de viento y pocos años después, en 1997, vuelve a estrenarse una banda de música en Fuente de Cantos, ahora bajo la batuta de  Pedro García Moreno, director de la Escuela y profesor de viento metal. Desaparecido todo el instrumental anterior, que de todas formas estaría ya prácticamente inservible, el ayuntamiento fue adquiriendo paulatinamente nuevos instrumentos. La primera actuación formal que registran los actuales archivos de la banda data del 19 de diciembre de 1997, cuando se ofreció un concierto en la iglesia del convento del Carmen. Al año siguiente la banda se estrena en su primer acto oficial, concretamente en la clausura del Simposio Internacional Zurbarán y su época, junto a otra (entonces) jovencísima y renovada banda, la de Llerena. En 1999, su primera salida, a Jerez de los Caballeros. En 2000, su primer desfile, en la obra de teatro Pinceladas, de Isidro Leiva, y se viaja para tocar a Gijón. En 2001, con un nuevo director, Benjamín Barrado, su primera procesión, la del Domingo de Ramos en Fuente de Cantos.

Desde 2002 hasta la actualidad la banda ha protagonizado casi dos centenares de actuaciones, tanto en su localidad de origen como fuera de ella, bien en procesiones (Almendralejo, Alvarado, Bienvenida, Coria -Cáceres-, Medina de las Torres, Puebla de Sancho Pérez, Villagarcía de la Torre, Zafra), pregones y actos institucionales (Segura de León, Bodonal de la Sierra, Zafra), clausura de congresos científicos (Fuente de Cantos, Llerna), corridas de toros (Navaconcejo, Cabeza la Vaca) o encuentros de bandas (Badajoz, Llerena, Jerez de los Caballeros, Villafranca de los Barros, Alburquerque, Ribera del Fresno, Valdelacalzada, Almendralejo, Bienvenida, Talarrubias). Cuarenta músicos componen hoy su plantilla, todos los cuales se han formado durante varios años en sus respectivos instrumentos en la Escuela Municipal de Música.

2004 fue un año especialmente relevante: los músicos pudieron vestir sus primeros y flamantes uniformes, adquiridos con los recursos de la banda, se produce la adhesión a la Federación Extremeña de Bandas y se aprueban los estatutos de la Asociación Musical y Cultural Banda de Música de Fuente de Cantos, quien desde entonces se ocupa de todas las gestiones y de la administración de los recursos. Con 175 socios que contribuyen a su sostenimiento, y no nos referimos tan sólo al aspecto puramente material, su primera presidenta fue María Isabel García Bacas, quien pasó el relevo en junio de 2005 a Julián Manchón. 

También en 2005 se ofrecen conciertos didácticos en los tres centros educativos de la localidad, un concierto temático al aire libre,en el mes de julio, iniciando así una práctica que ha gozado de gran aceptación entre el público, y se recupera la organización de los Encuentros de Bandas de Música en Fuente de Cantos; en esta II edición (la I se había efectuado un lustro antes), patrocinada por el Excmo. Ayuntamiento y la Hermandad de Nuestra Señora de la Hermosa, vienen las bandas de Bienvenida (que atravesaba entonces un momento crítico por haber perdido la financiación municipal, aunque se ha sobrepuesto a estas dificultades a base de tesón y confianza en sus posibilidades) y de Llerena, dirigida por nuestro antiguo patrón, Pedro García Moreno, quien recordó emocionado en su discurso su paso por la Escuela de Música de Fuente de Cantos y criticó con dureza a la corporación municipal actual.

En 2006 la Banda afronta un año repleto de actuaciones y compromisos en muy diversos escenarios. En Semana Santa se repite actuación en Almendralejo y se toca por vez primera en Coria (Cáceres) y en Zafra. El concierto temático del verano estuvo dedicado al mundo del cine, procediéndose a la proyección de imágenes de los filmes cuya música se interpretaba. Por vez primera en varias décadas, la banda participa en la inauguración de las Fiestas del Jubileo, la "feria de agosto". El III Encuentro de Bandas, a primeros de septiembre, cuenta con la participación de dos de las mejores agrupaciones musicales extremeñas: Villafranca de los Barros y Los Santos de Maimona. En octubre graba la banda su primer disco, de carácter recopilatorio, integrándolo pasodobles, bandas sonoras y marchas de palio. Fue un trabajo casi artesanal, grabado en las instalaciones del Colegio Público Francisco de Zurbarán de Fuente de Cantos, con el que se pretendía dar a conocer la Banda en nuestro entorno más próximo y satisfacer las demandas de nuestros socios y colaboradores habituales.

En el año 2007 se cumplimenta un amplio programa de actuaciones que que tienen como puntos culminantes el concierto monográfico sobre temas extremeños, a primeros de agosto, con el cual inauguramos un nuevo escenario de actuaciones en Fuente de Cantos: el auditorio al aire libre "Huertas del Hospital". Ahí mismo se desarrolla el IV Encuentro de Bandas, que nos trae a una de las mejores agrupaciones españolas: la Banda de Yátova (Valencia), en la que se inició años ha nuestro director. Los valencianos nos acompaña igualmente en la procesión de la Hermosa de este año: cerca de 100 músicos ponen sus composiciones en honor a la patrona de Fuente de Cantos. La mejor noticia del año, sin embargo, fue la creación de la Banda de la Escuela de Música, que da su primer concierto este verano. Compuesta por los más jóvenes, pretende convertirse en la verdadera cantera de la Banda; de este modo, el ingreso de los nuevos músicos se hace de forma menos traumática y se integran antes en la dinámica musical y humana de la agrupación.

2008 se presentaba con el reto de preparar un concierto sobre marchas militares para la clausura del Congreso Internacional Guerra de la Independencia en Extremadura, II Centenario, que se celebraría en Zafra y Llerena en octubre de este año. El proyecto se amplió a la grabación de un cd de temas relacionados con el conflicto gracias a la concesión de una subvención del Ministerio de Defensa (la única concedida en el ámbito nacional a proyectos musicales) y otra de la Junta de Extremadura. Tras meses de búsqueda de partituras y ensayos, el disco se graba en el puente del 12 de octubre en Sevilla, el concierto de clausura del Congreso el 25 del mismo mes y el 20 de diciembre se presenta en Fuente de Cantos en el salón de actos del CP Francisco de Zurbarán. La originalidad del proyecto y el hecho de que los conciertos, auténticamente didácticos, se acompañen con la proyección de casi 700 imágenes de la Guerra de la Independencia, agrupadas en diez bloques temáticos relacionados con cada una de las composiciones, ha motivado la demanda de varios conciertos y sobre todo venta del cd por todo el territorio español. También en este año de 2008 se participa en tres encuentros regionales de Bandas (Almendralejo, Valdelacalzada y Bienvenida) y en el pregón de la afamada Feria Internacional de Zafra. Por falta de financiación municipal, este año no se pudo organizar el que hubiera sido V Encuentro de Bandas de Música. Además, se ha procedido a una profunda renovación de la banda con la incorporación de trece nuevos músicos, al tiempo que la Banda de la Escuela, o banda joven, continúa creando cantera.

La Banda, aunque gestionada por la Asociación, tiene carácter municipal. Las relaciones entre la banda y el Ayuntamiento están reguladas por un convenio vigente desde 2005 en el que se establecen los compromisos que adquieren ambas partes para contribuir al sostenimiento de la agrupación y así poder seguir ofreciendo, lo mejor que se pueda, y en las mejores condiciones posibles, este auténtico servicio público que es la formación de los jóvenes y la difusión de la música. Para que nunca más vuelva a faltar en Fuente de Cantos.

Felipe Lorenzana de la Puente

 

 

FUENTE

Archivo Municipal de Fuente de Cantos. Libros de Actas del Pleno y Reglamentos de la Banda Municipal de Música de 1920 y 1933.

 

BIBLIOGRAFÍA

BARRAGÁN-LANCHARRO, A.M. “Algunas notas sobre la política local de Fuente de Cantos en los años treinta a través de la prensa pacense”, Actas de la V Jornada de Historia de Fuente de Cantos, Badajoz, 2002, pp. 57-75.

GUTIÉRREZ BARBA, A. “La primera dictadura del siglo XX en Fuente de Cantos”, Actas de la II Jornada de Historia de Fuente de Cantos, Badajoz, 2002, pp. 30-42.

IGLESIAS VICENTE, J. Los sucesos del verano de 1936 en Fuente de Cantos (Badajoz), Sevilla, 2003.

Memorias de la Sociedad “La Filarmónica” de Olivenza (Badajoz), Badajoz, 1951.

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